Un conflicto sindical. Una moto conducida por un hombre con discapacidad que llevaba a su esposa al Hospital Argerich, debido a pérdidas causadas por su condición de embarazada, que intentaba pasar por la marea humana en el Puente Avellaneda. Y terminó de la peor manera, porque a él lo arrojaron desde 2 metros de altura mientras ella estaba desesperada por su propia situación y la de su marido.
La disputa entre los gremios de Portuarios y Guincheros revela como se dirimen las diferencias entre sindicatos que comparten un mismo lugar de actividad, pero podría extenderse a lo sucedido con el asesinato del obrero del SITRAIC a manos de los matones del buchón Gerardo Martínez, de la UOCRA. Sin dudas, demuestra los extremos de la condición humana que llevan a olvidarse de la existencia del otro. Otra consecuencia más del capitalismo en el cual vivimos y supimos conseguir.
Pero lo ocurrido con este muchacho con discapacidad motriz, el cual perdió su pierna ortopédica al ser arrojado violentamente, merece un repudio generalizado y una debida reparación por parte de los entes obligados para que pueda recuperarla.
Sin dudas, su discapacidad es invisible y ello no pudo ser advertido por quienes cortaban el puente. Pero tampoco sabemos si este joven se los mencionó y tan sólo se refirió a la situación de su mujer al intentar pasar. Con seguridad, este hecho quedará impune como otros tantos en donde la barbarie se impone a la racionalidad para dirimir los conflictos.