La barbarie de Puente Avellaneda

 

 

colaborar discapacidad motrizUn conflicto sindical. Una moto conducida por un hombre con discapacidad que llevaba a su esposa al Hospital Argerich, debido a pérdidas causadas por su condición de embarazada, que intentaba pasar por la marea humana en el Puente Avellaneda. Y terminó de la peor manera, porque a él lo arrojaron desde 2 metros de altura mientras ella estaba desesperada por su propia situación y la de su marido.

La disputa entre los gremios de Portuarios y Guincheros revela como se dirimen las diferencias entre sindicatos que comparten un mismo lugar de actividad, pero podría extenderse a lo sucedido con el asesinato del obrero del SITRAIC a manos de los matones del buchón Gerardo Martínez, de la UOCRA. Sin dudas, demuestra los extremos de la condición humana que llevan a olvidarse de la existencia del otro. Otra consecuencia más del capitalismo en el cual vivimos y supimos conseguir.

Pero lo ocurrido con este muchacho con discapacidad motriz, el cual perdió su pierna ortopédica al ser arrojado violentamente, merece un repudio generalizado y una debida reparación por parte de los entes obligados para que pueda recuperarla.

Sin dudas, su discapacidad es invisible y ello no pudo ser advertido por quienes cortaban el puente. Pero tampoco sabemos si este joven se los mencionó y tan sólo se refirió a la situación de su mujer al intentar pasar. Con seguridad, este hecho quedará impune como otros tantos en donde la barbarie se impone a la racionalidad para dirimir los conflictos.

Tres mujeres

 

mujeresEn este día de conmemoración, necesito recordar la influencia de tres personas, tres mujeres que han pasado por mi existencia dejando su huella imborrable a través del tiempo; dos de ellas, aún están conmigo y una se nos fue hace un tiempo atrás, dejando un vacío imposible de llenar a mi pequeño y gran espíritu militante.

Elegí tres, pero en realidad son muchas más las que me acompañaron en este camino del sobrevivir en medio del capitalismo. Y no es casual la elección, es producto de la profunda significación para mi presente y parte de mi pasado.

Sin dudas, la primera es mi madre, la que cobijó buena parte de las alegrías y las tristezas, en el medio del mar de angustias del diario vivir. Gracias a ella, sigo adelante con mis proyectos; a veces, nadando en medio de la duda permanente y con el impulso ante los obstáculos que se presentan. No tengo palabras para quien se ocupó de darme lo que pudo y ayudarme a construir mi ser en el medio de las dificultades que se me han presentado desde la infancia, como ahora en mi plena adultez, en el medio de médicos y maestros que han pasado por mi vida.

Su voz, su compañía y su apoyo han sido la columna vertebral de mis 50 años. Y lo seguirá siendo. Algunas y algunos pensarán que soy mamero. Es posible. Pero no puedo olvidar las travesías al Durand o a la primaria "Jorge Newbery", de Villa del Parque para buscar las soluciones a las diferentes situaciones que se dieron en aquellos momentos.

Si bien hoy me he convertido un poco en su padre, debido a sus achaques, sus instantes de lucidez continúan aclarando el horizonte. Con idas y vueltas. Con su constante alentar que me permite seguir viviendo.

La segunda, es una compañera de militancia que ya venía trabajando por otra comunicación y que hizo posible ese sueño de hacer televisión para esa lucha que llevo a cabo desde hace años. Estoy hablando de Natalia Vinelli, esa niña inquieta que no para nunca pero tiene esa sensibilidad tan especial para lo que pienso y lo que hago para el programa Incluyendo que va a entrar en su tercera temporada.

Movediza, rápida de cuerpo y mente para la praxis, supo guiarme en ese mundo desconocido y me hizo acordar cuando jugaba a la televisión en la casa de mi madrina de bautismo en Barracas y luego, en Villa Soldati. Pero no jugaba al conductor, sino al camarógrafo. Me bastaba una caja de cartón para dar rienda suelta a mi imaginación. Las vueltas de la vida me llevaron a estar en Barricada TV, ese canal que sigue construyéndose a pulmón y que recientemente fuese autorizado por la AFSCA.

Crecer entre los ' 70 y los ' 80

 

chicos_calle_2Muchas y muchos de mi generación estamos como el jamón del sandwich, con una infancia atravesada por el último peronismo y los horrores de la dictadura genocida, porque nuestra formación política se hizo a escondidas y luego pudo expandirse con el regreso de la democracia burguesa.

Del regocijo peronista en el ' 73 al silencio del 24 de marzo, apenas tuvimos tiempo de comprender algo de lo que acontecía. Mucho dependía de la familia en la cual estuviéramos. Algunas estaban comprometidas con el proyecto del FREJULI o de la UCR, mientras otras militaban en las organizaciones que llevaban a cabo la lucha armada. Los diarios apenas reproducían lo que convenía al poder económico. Clarín y La Nación no mienten ahora, mintieron siempre al igual que el resto de los medios radiales y televisivos de la época.

De allí que la lectura de algunos textos que circulaban en forma clandestina nos permitió tener una vaga idea, aunque no tuviéramos la formación necesaria para comprenderla. Esto último comenzaría a tomar forma durante la rígida secundaria que atravesamos y en general, de la mano de los que se animaron a transmitirnos algunas cosas básicas.

Durante los ' 80 y a medida que se acercaba la restauración democrática, unos pocos llegábamos a la Universidad arancelada y con un férreo control ideológico. Pero algunos logramos sortear dichos obstáculos para leer y escuchar lo prohibido. Pronto comprendimos el horror ante ciertas ausencias notables en nuestras familias o en nuestras escuelas.

Trabajan

 

mujer socialista trabajadora

De madres, para y por la vida,
con ese abrazo sincero,
para esa crianza en aquella tórrida vereda
o el simple callejón villero.

Muchas veces, también de padres como única salida
ante la huida de ese hombre artero,
que vive escapando, para dar rienda
a esa cría en pleno potrero.

De médicas, curando esa fiebre de la duda
o de ese resfrío certero
que no necesita de galeno pero sí de cálida frazada,
y de ese té con limón que alivia el cuerpo entero.

De cocineras, inventando con lo que tienen en la alacena pelada,
alimentando estómagos que crujen y gritan sin reparo,
buscando calmar esas vidas en plena escalada
hacia un nuevo camino en aquel borde mísero.

De amantes, buscando ese sentir en plena cruzada
por ese entrelazar de brazos y piernas en rojo fragor, en aire oscuro,
para seguir creyendo en el amor a pesar de la última caída
y encontrar otro sendero.

De todo un poco, las mujeres tienen esa dulce mirada
sobre lo que encuentran a su paso y comprenden todo aún en medio de lo raro,
ellas son las que iluminan el transitar al alma sentida
y hacen milagros en aquellos lugares donde el tiempo no es claro...