Un cumpleaños y recuerdos al vuelo...

Bayer87 cumple Osvaldo. Sí, el mismo de "La Patagonia Rebelde" y que aún sigue combatiendo en mil batallas, echando luz sobre la oscuridad del mundo partido en dos.

Una vida agitada. No pudo callarlo la Triple A, tampoco los milicos, pero el precio fue muy alto. 6 meses aquí y otro tanto en Alemania. Y nos sigue enseñando a luchar, con la historia y con la ética.

Todavía recuerdo aquel mail que me enviaran los chicos de Arbolito. Querían comunicarse con él. Lo buscaban por algo referido a los pueblos originarios. Todavía estaban tocando en Hurlingham. Tal vez mi respuesta fue el puntapié de una relación inolvidable.

Y saltó el recuerdo cuando leo por las redes sociales sobre esta particular ligazón que une a la banda con el historiador.

Lo conocí hace varios años. Una conferencia de prensa en el Bauen. Catalina Balaguer, delegada de Pepsico Snacks, luchaba por su reincorporación. Y Osvaldo puso el cuerpo, como siempre.

Cuando terminó todo, lo saludé y le comenté que escribía en Argenpress. Hablamos de vanalidades, incluyendo si me leía. ¡ Qué me iba a leer !, pensé, debe recibir tantos mensajes y artículos que era imposible que ello sucediera. De repente, me dijo: -Parece que nadie te ve, pero te ven...

Fue un encuentro de pocos minutos, pero bastó para saber de su humildad. No posó como divo, sino como uno más.

Cada vez que puedo, voy a escucharlo. Sucede que es una cantera inagotable de historias. Aunque, a veces, repita las mismas. Y no me canso.

Cumple 87. No es poca cosa en los tiempos que corren. Y ojalá volvamos a encontrarnos porque algo nos une: la historia, la memoria, la verdad y la justicia. Por supuesto, también la ética...

De la universidad al trabajo

 

fce - uba1982. Año trágico para la clase 63 y las anteriores. La locura de Malvinas era apoyada por una horda enardecida en la Plaza de Mayo que, a pocos días, se olvidó del asesinato del trabajador Cayetano Rodríguez luego de una marcha de la CGT de los Argentinos.

En aquel año, rendía el examen de ingreso en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y tuve que apelar porque no entraba. Si bien las matemáticas nunca fueron, ni serán, de mi agrado como tampoco era en lo que más me destacaba, me llamó la atención que fuese la asignatura Historia que tuviese un puntaje tan bajo. Tal como les conté, leo desde los cuatro años y por supuesto, todo tipo de libro pasó por mis ojos inquietos y mi mente ávida de saber.

La cuestión que, tras unos días, me avisan que habían revisado el examen y que había ingresado. Al principio, me costó comprender ciertas cosas y ciertos códigos pero lo que no me daba cuenta era de la disminución de mi audición.

Siempre tuve la precaución de sentarme adelante, pero si el docente caminaba por el aula tan grande me perdía algo de la explicación que daba. No existían, como hoy día, tampoco existen intérpretes en lengua de señas o aros magnéticos en las aulas universitarias.

Las asignaturas jurídicas las aprobé de un tirón y las referidas a la historia económica, también. Y las contables quedaron en el camino. Paradojas de la vida, cuando entré a la docencia empecé con la asignatura Economía y Contabilidad...

El Mal de Parkinson hacía estragos en mi padre. Si bien la medicación lo ayudó a sobrevivir casi 30 y pico de años más, el deterioro se fue haciendo más visible. No tuve otro remedio, ante la falta de empleo, que trabajar junto a él.

1985 y 1986 fueron mis dos últimos años en la Facultad. Al menos, pude ver la efervescencia democrática pero también la perpetuación de las y los docentes de la dictadura como Mario Biondi. Luego, mi trabajo bisemanal en Ferro y por las noches, en el negocio de mi padre me impidieron seguir.