24 M: Marché por “Pepe” Poblete

Profe - Marcha 24 - 03

Foto: Jorgelina Araceli Méndez

No fue igual que otros años. Pero tenía que estar allí. Y comprobé cuantas y cuantos compañeros como José “Pepe” Liborio Poblete Roa nos hacen falta para hacernos ver y escuchar. Es cierto: no tengo organización, partido político o algo parecido que sostenga la eterna lucha por los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad. La problemática de las 100.000 pensiones cajoneadas en la Agencia Nacional de Discapacidad no estuvo entre las reivindicaciones del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. Mucho menos, el homenaje a “Pepe” al cumplirse 40 años desde su desaparición, junto a Marta Gertrudis Hlazic, durante este año.

Pasé por la cabecera. Saludé a casi todas y todos, pero extrañaba al Sueco que, por supuesto, apareció después aunque su vozarrón ya no guiaba a la columna. Desde luego que sabía de sus problemas de salud. No lo ignoro. Tampoco tuve a Diana Gallardo a mi lado, por esa cadera del diablo que la tiene a maltraer. Pero no estuve cómodo. ¿Porqué? Intuí que mi presencia era incómoda, que nadie quería que estuviera allí sino bien atrás. Y que no saliera en las fotos…

Caminé adelante de las y los fotógrafos, precisamente para evitar que criticaran mi supuesto “protagonismo” o “ego”. Todavía ningún dirigente se dió cuenta, o no quieren hacerlo, que las personas con discapacidad existimos y que mi presencia era simbólica por aquellas y aquellos que no pueden marchar o tienen miedo de hacerlo por las condiciones en las cuales se dan este tipo de movilizaciones. No existimos para el kirchnerismo, menos aún para el macrismo y para colmo, hasta la izquierda trotskista nos mira de costado.

Mi salud renguea pero sigo adelante. A partir de ahora, marcharé con aquellas y aquellos compañeros que me abrieron los brazos y que, por fortuna, no son pocos. Tampoco iré desde el comienzo. Tengo que aceptar ciertos límites a los cuales me resistía. Ya no soy el mismo de hace 10 años atrás, cuando era capaz de estar con una cámara de fotos y mi grabadora portátil.

Y si tardé en escribir esta nota, fue consecuencia de la bronca y de la indignación con la cual terminé de marchar. Soy leche hervida y por lo tanto, sè bien que no debo escribir en caliente. Ahora, estoy con una enorme decepción que muy pocas y pocos van a entender. Nace de la irrelevancia hacia la discapacidad; tal vez, pensando en que somos poquitos, que no sumamos… Resulta que la población con discapacidad constituye el 12,9 % de nuestro pueblo, incluídos niños y abuelos. La clase política cree que somos influenciables, que nos dejamos llevar por un puntero y que somos un gasto, como afirman los funcionarios macristas.

No elegí, como muchas y muchos, adquirir una discapacidad. Simplemente, es consecuencia de una enfermedad congénita o adquirida, un accidente laboral o vial o por exponerse, por ejemplo, a los agrotóxicos. Y el resto de las y los compañeros del colectivo atraviesan lo mismo. La diferencia está en quienes se encuentran en la abundancia burguesa o en la miseria proletaria. Los primeros no tienen inconvenientes mayores, pero también son vulnerables porque no siempre podrán cubrir los costos de la medicación y de la rehabilitación mientras que los segundos, que nada tienen, están condenados a la muerte segura en forma lenta.

Y me fuí antes de terminar la lectura del documento del Encuentro. La llovizna era gruesa. No podía exponer mis audífonos. Si bien pude sentarme dentro de una de las carpas laterales, pronto entendí que cumplí… Ahora empieza otro camino. La de la lucha tenaz por las pensiones cajoneadas e impedir que este gobierno nos recorte los derechos ganados a pulmón. Hago lo que puedo y muchos ya lo saben. Y siempre este colectivo tendrá mi apoyo, aunque nuestras y nuestros políticos intenten barrernos por abajo de la alfombra. ¿De los burócratas sindicales?. Mejor no hablo. Me causa dolor. Una prestación demorada que no siempre es cubierta por un amparo judicial. Claro, la mayoría de nuestro colectivo son pobres y por eso nunca llegan a la justicia, porque jamás tendrán a un abogado.

Hoy continúo con bronca, indignación y decepción. Alguna vez, el colectivo de las personas con discapacidad será respetado como sujeto de derecho, pero eso también depende de sus integrantes, quienes deben asumir la responsabilidad de organizarse para la lucha. Y eso está en manos de las y los oportunistas de siempre…