Marché...

Marcha EMVJ 2016 - Entrada a la Plaza 2

Como uno más. Ni siquiera me detuve en la Plaza de los Dos Congresos, antes de llegar a la cabecera de la marcha, porque me iba a demorar en llegar y además, algo me iba a distraer demasiado: lo artístico y lo cultural suele ser devorado por mis ojos con avidez y rapidez. Mientras iba en el subte, los recuerdos me sacudían a cada instante. La escuela militarizada, los Falcon verdes que iban y venían, y el famoso redondel con la frase "El silencio es salud" en el Obelisco fueron algunos de ellos. Otros iban formando un caleidoscopio borroso en donde el pasado se aproximaba demasiado al presente.

El clima ayudó y el cuerpo, esta vez, me acompañó en esta marcha tan especial. No era cualquiera, pues constituyó el símbolo de un rechazo al mayor genocidio de la historia argentina y la renovación de la lucha por los Derechos Humanos de hoy, que siguen amenazados por las detenciones arbitrarias y el protocolo antipiquetes.

Cuando quise entrar al perímetro de la cabecera, me lo negaron. Tuvo que intervenir el compañero Carlos Lordkipanidse, de la Asociación de Ex - Detenidos - Desaparecidos, para ello. Al mismo tiempo, trataba de calmarme porque estaba cerca de estallar. Otra vez, parece que las personas con discapacidad somos peste. Luego, se acercó la amiga y compañera Diana Gallardo a saludarme y a conversar un poco conmigo. Fue la tabla de salvación. Fue el remanso que me permitió encontrar cierta paz en el medio de los cánticos que provenían de la columna gigantesca del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia.

Para quienes pensaron en la cabecera, tal vez, que me metía para robarles protagonismo les digo que se equivocan. Algo de eso he olido en algún momento de la marcha. Ocurre que, en esta oportunidad, no iba como periodista sino como militante tal como lo he mencioné en la nota "No marcho con cualquiera". Cada vez que las y los fotógrafos requerían sacar la tradicional foto, salí del foco de sus cámaras. Porque no me interesa una foto. No me interesa la fama. No me interesa ser célebre. Lo que realmente me importa es colaborar para que la memoria siga viva y no se la  anestesie en el olvido programado y pergueñado por quienes fueron, y son, los verdaderos genocidas de ayer y de hoy.

Sí marché en ese pequeño gran corral por seguridad. Porque no saben, los que pensaron que iba a ser un Figuretti cualquiera, que las personas con discapacidad deben tener un espacio amplio por donde circular. Así rescaté a un compañero en silla de ruedas que, acompañado por su esposa, estaba en el medio de la columna y pudo entrar conmigo. Sin embargo, a poco de andar y palmear con fuerza, se fue. Pero intuyo las razones por las cuales se retiró. Sucede que sentir la incomprensión es algo fuerte y también es algo que debemos erradicar en las marchas de todo tipo para que el colectivo de las personas con discapacidad pueda participar en este tipo de actividades callejeras. Después de todo, con las dificultades que supone movilizarse para muchas y muchos integrantes del colectivo, tampoco iban a ser una gran cantidad. Y no se debería olvidar, sobre todo para las organizaciones políticas y sociales, que tenemos una población con discapacidad constituída por más de 7.000.000 de argentinas y argentinos más sus parientes y amigos. Es un capital político y social que no debería ser despreciado.

Marchando

Como viene ocurriendo, el kirchnerismo volvió a obstaculizar el ingreso de la columna del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. Pero esta vez, además de creerse los dueños de la histórica Plaza, fueron funcionales al macrismo y a los cómplices del imperialismo, quienes festejaban el festival de despidos, paritarias con techo y devaluación junto a Obama. Después dicen que son nacionales y populares.

Pero se iban sumando las sorpresas. Primero, apareció Osvaldo Bayer, en silla de ruedas por su edad y sus recientes accidentes caseros; luego, Mirta Baravalle y Elia Espen, Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora. Y como si fuera poca cosa, desde la nada misma, se hizo presente Nora Cortiñas, la querida Norita...

Osvaldo Bayer en Marcha EMVJ 3

Foto: Christian Madia

Si bien el historiador y escritor estaba cerca mío, no me quise acercar. No me faltaban ganas de saludarlo, al igual que a las Madres. Pero la nube de cámaras y de colegas iba poblando de inquietud a Osvaldo. Me dí cuenta. Como escribió en su artículo "A los 40 años", venía de una seguidilla de actividades. Lo abrumaron. Y eso no se hace. Al menos, esa es mi modesta opinión aunque no les guste a alguna o alguno.

Y tal como estaba previsto, asistió Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz 1980, a quien tuve el honor de invitarlo a participar del Seminario de Derechos Humanos y Educación que organicé, en el año 2002, en el Instituto Superior del Profesorado "Dr. Joaquín V. González" para el Departamento de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Mientras estaba con el compañero en silla de ruedas, se acercó, lo abrazó a él y también me sumé a ese abrazo. No tuve tiempo de decirle nada. Creo que entendió perfecto quien era o a lo mejor, lo más probable, no me recordó.

Marcha EMVJ 2016 - 9 DE JULIO - 2

Foto: Christian Madia

Nuevamente doblar hacia la izquierda y entrar por la 9 de Julio para llegar a la Diagonal Sáenz Peña. Y desde allí, entrar a la Plaza. Todo un desafío, cuando estaba ocupada por las columnas del Nuevo Más, del MST y del Partido Obrero que habían participado de una convocatoria del Bloque Piquetero Nacional.

Mientras iba caminando despacio, esquivando latas de gaseosa, botellas de agua aplastadas y algunas cañas que andaban por el pavimento, me iba acordando de cosas. Asaltaron mi mente, aquellas intervenciones de Adriana Calvo durante las marchas y también el recuerdo de las y los compañeros con discapacidad detenidos - desaparecidos. Ese fue el impulso para seguir andando hasta llegar a la meta que todas y todos queríamos.

Más allá de algunas pequeñas escaramuzas, llegamos y entramos a la Plaza. Iba cayendo la noche, mientras se leían las consignas y al final, el documento consensuado. Faltaba poco para terminar la lectura, pero el cuerpo ya me estaba pidiendo retirada. La misión estaba cumplida. Ahora me queda hacer mi parte con ese viejo proyecto de libro sobre esas personas que, aún con sus deficiencias físicas, también lucharon y por supuesto, hacerles el homenaje que les corresponden a 40 años del golpe porque, en realidad y me permito recordarlo, el genocidio continúa... Por goteo, por hambre, por el extractivismo y el saqueo de nuestros recursos naturales, por la represión policial e institucional que no perdona a ningún luchador, tenga o no discapacidad y por la política económica y social que, junto a la entrega para arreglar con los fondos buitres, nos condena a la explotación perpetua.

Solamente me queda, para terminar esta nota, el agradecimiento al compañero Lordkipanidse y a la compañera Diana Gallardo. Gracias a ambos pude marchar. Y eso no es poca cosa, en medio de la irrelevancia social y estatal para personas con discapacidad como quien esto escribe....

No marcho con cualquiera

Marcha EMVJ 2015

Aunque el título de esta nota pueda denotar un sectarismo subyacente, en realidad, es un pensamiento que nace de mi propia conciencia y de mi condición de clase ante las burdas manipulaciones acerca de una fecha tan sensible para las y los argentinos como lo es el 24 de marzo. Ocurre que entiendo necesario que se respete la historia y a quienes lucharon por otra Argentina en tiempos álgidos y volátiles, pero también se debe marchar con esa coherencia entre el pensar, el decir y el hacer.

No soy sectario, pero no me olvido del arrebato de la bandera de los Derechos Humanos por una alianza electoral que le dejó servida en bandeja la Casa Rosada, por soberbia y ambición, a los gerentes de las transnacionales.

No soy sectario, pero no me olvido de Jorge Julio López y Luciano Arruga. Sobre el albañil, dijeron que "estaba en lo de la tía" y sobre el pibe que no quiso robar para la policía, se prefirió investigar a la familia antes que a la Bonaerense. Y quienes hoy convocan a una "unidad", jamás abrieron la boca sobre ambos.

No soy sectario, pero no me olvido de la sanción de la ley antiterrorista, por esa alianza electoral que pretendió instalar un "protestódromo" y que ahora se complementa con un protocolo antipiquetes, basado en esa misma idea alocada e incubada por la soberbia.

No soy sectario, pero no me olvido del gatillo fácil y de las muertes de jóvenes y adultos a manos de las policías provinciales, como tampoco de las discapacidades producidas en nuestras cárceles. Basta con leer el Informe Anual de CORREPI para darnos cuenta de lo primero, como también las estadísticas oficiales del Ministerio de Justicia que no contemplan las cuestiones de discapacidad pues omiten la cantidad de internos con discapacidad, adquiridas con anterioridad a su detención como aquellas producidas como producto de su encierro.

No soy sectario, pero no me olvido del ninguneo y de la invisibilización de las personas con discapacidad en forma sistemática, retaceando y demorando prestaciones socio - sanitarias, incluyendo la expedición del Certificado Único de Discapacidad, el cual tampoco es emitido para quienes están en situación carcelaria.

No soy sectario, pero no me olvido del odio hacia los pobres y su pobreza; antes, con el capitalismo "serio" y ahora, con la "pobreza cero", eufemismo para encubrir el genocidio por goteo a través del hambre y del desabastecimiento de hospitales, tanto de insumos como de recursos humanos.

No soy sectario, pero no me olvido de los pueblos originarios, arrojados al precipicio de su exterminio para la ampliación del sojalismo y erradicarlos como si fuesen la peste.

No soy sectario, pero no me olvido de la precarización laboral y de los despidos masivos en los ámbitos públicos y privados, lo cual también incluye a los escasos trabajadores con discapacidad, quienes tampoco tienen oportunidades en el sector privado por aquellos mitos empresarios del "que faltan mucho" y "no podemos gastar en accesibilidad".

No soy sectario, pero no me olvido de la burguesía que alentó el golpe del ' 76 y su continuidad en democracia, porque son los aliados eternos de todos los imperialismos; primero, del británico y luego, del yanqui.

No soy sectario, pero no me olvido del extractivismo y del sojalismo alentado por quienes nos robaron nuestras banderas y que esos nuevos gerentes, ahora, pretenden continuarlo “cumpliendo con la ley”, olvidando que dichas actividades producen una gran cantidad de discapacidades producidas por la megaminería y las fumigaciones aéreas, y que pretenden mitigarlos con simples hospitalitos y salitas.

No soy sectario, pero tengo memoria y en mis retinas, todavía está esa energía que emanaba de la compañera Adriana Calvo, que ya no está entre nosotras y nosotros pero que sigue viva en cada movilización por Julio López y en cada 24 de marzo.

No soy sectario, pero tengo sangre en mis venas y recuerdos que me carcomen, porque soy del ' 63 y esa fue una de las generaciones que estuvo en Malvinas.

No soy sectario, por eso este 24 marcho con el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia para honrar la memoria de los caídos en combate y en particular, de los grandes olvidados: las personas con discapacidad desaparecidas.

Y como siempre, me encontrarán adelante de la cabecera de la marcha por una simple razón: preservar mi estabilidad para seguir caminando. Esta vez no iré como periodista, sino como militante por los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad e invito a todas y todos aquellos con discapacidad para que me acompañen pues será la oportunidad para que, alguna vez, nos visibilizemos como colectivo en lugar de darle de comer al puntero de turno.

Como siempre, nos vemos en la lucha y en la calle, como debe ser...

Poesías de ayer y de hoy

Discapacidad 2

Estamos atravesando por una semana muy particular, donde el dolor y el miedo se amalgaman en el medio del recuerdo de un pasado que se volvió presente para muchas y muchos argentinos. Desde luego, no soy la excepción cuando formo parte de un colectivo invisibilizado, soslayado y ninguneado como el de las personas con discapacidad. Pero también soy trabajador. Docente de tiza y pizarrón que, de golpe, vió hecho trizas sus sueños de finalizar su vida laboral en un aula. Pero no me rindo. Me salva la escritura y la poesía en esta especie de botella virtual adonde van estas líneas que algunas y algunos entenderán, y otras y otros tratarán de hacerlo.

Pero se acerca el 24 y los recuerdos fluyen. Mi memoria se agita a pasos acelerados. Y las omisiones acerca de los luchadores con discapacidad me duelen. Tal vez, más de lo que muchas y muchos suponen. Más aún, cuando me enteré del despido y reincorporación de los trabajadores con discapacidad en el Senado de la Nación, pero ahora vuelven a las andadas despidiendo a integrantes del colectivo en el Hospital Posadas. ¡ Cuánto odio y desidia ! ¿Sabrán que el 90% de las personas con discapacidad no tiene trabajo y que los patrones del sector privado no los quieren tomar? ¿Se olvidaron que existe una ley que obliga al Estado a cumplir con un cupo laboral impulsado por José Poblete, persona con discapacidad motriz desaparecido en 1977?.

Pero la poesía es un arma cargada de futuro, dedicada a quienes se olvidaron del colectivo, tanto del Estado como de la sociedad e incluyendo a los organismos de Derechos Humanos que, salvo honrosas excepciones como CORREPI, nunca los nombra en sus declaraciones...

También lucharon

Estuvieron con sus muletas,
con sus sillas y bastones,
nada paró su lucha por aquellas verdes metas
que solo pretendían darles pequeñas soluciones.

José, Etelvino y otras tantas,
hoy están ausentes pero sus ilusiones,
acuñadas en ese caminar a tientas,
siguen vivas en nuestros corazones.

Buenos Aires, Rosario, Mar del Plata y otras siluetas,
de ciudad en ciudad, viajan hacia el mar de las sinrazones
para darnos cuenta de esas faltas
y de aquellas ocasiones.

Una villa, una escuela o sus casas modestas
fueron su lugar en el mundo que, con oscuros moretones,
los llevaba a seguir creyendo que era posible llegar a las soñadas cuestas,
a esa igualdad negada e invisibilizada que se repite a montones.

Fueron pobres y se criaron en grises latas,
algunos pudieron ir saliendo, con sus tristes emociones,
pero otras y otros quedaron en esas rojas listas
de los dueños de la vida y de la muerte para sus raciones.

Ciegos, sordos y motrices eran, como si fuesen ratas,
desalojados del mundo con feroces intenciones,
pero todavía nos quedan las fuerzas intactas
para continuar ese camino que marcaron con fuertes sensaciones...

El sueño

Nadie los ve, nadie se ocupa,
fingen verlos pero los ignoran,
cuando de trabajo se habla y eso preocupa
porque suele ser un sueño que añoran.

De sus deficiencias no tienen la culpa,
simplemente vienen y se quedan, perduran,
en el medio de su vida pero no piden disculpa
sino que exigen ese respeto que los poderes ignoran.

Y son sólo algunos, los que llegan a ese privilegio sin trampa,
a un derecho que se llama trabajo y no los miran
pero los despiden como si fuesen una plaga y hoy están en alguna carpa,
esperando que vuelva ese sueño que dejó de serlo y que extrañan.

Los llaman discas, pero son personas con discapacidad que reman ese mapa,
esa realidad que los ataca por ser diferentes y a la deriva, los dejan,
pero son luchadoras y luchadores que buscan escapar a la impuesta estampa,
esa estampilla que los enmarcan.

Y volverán por sus propios medios, sacudiendo esa tapa,
escrachando a quienes, en el olvido, los amarran
para recuperar esa dignidad que se escapa
y la igualdad que tanto buscan.

Nunca fue fácil, saben de esa oscura locura que destapa,
de vez en cuando, ese poder miserable que solo los escucha cuando gritan
y se juntan en esa esquina por ese derecho, por esa vida aún de chapa,
para ser vistos como seres humanos que este mundo habitan.

Dedicado a Natalia Gulino y los trabajadores con discapacidad despedidos del Hospital Posadas.