De la sodería a la Casa de la Memoria

Ravelo Vega - Casa de la Memoria

Nunca había estado. Conocía la historia de esa casita de Santiago al 2.800 en Rosario. También la de María Esther y Etelvino. Ambos eran ciegos y fueron secuestrados por la dictadura cívico - militar de 1976. Nunca más se supo de ellos. Porque ni siquiera se apiadaron de quienes tenían algún tipo de discapacidad. No les importaba y encima se burlaban de aquellos que, a pesar de sus deficiencias físicas, supieron ponerle el pecho a la militancia.

Se cumplieron 20 años desde la recuperación de ese lugar histórico que se encontraba en manos de la Gendarmería Nacional y allí estaba en ese festival, mientras la lluvia y algún fascista que nunca falta intentaban opacar el festejo. Como militante por los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad entendí que no podía faltar. Debía estar. Un pueblo que olvida está condenado a repetir su pasado. Y en eso estamos quienes todavía luchamos por la vida, contra la muerte...

Precisamente se trataba de resignificar la historia. De no olvidar. Pasaron dos semanas, y a punto de terminar el año, que todavía las emociones fluyen. Estaba en una casa de militantes con discapacidad, mientras las fumigaciones hacen estragos y provocan una catarata de discapacidades en niños, jóvenes y adultos.