Entre encuentros y reencuentros Por el Prof. Juan Carlos Sánchez En estos últimos dos meses, me he encontrado con diferentes vivencias que me hicieron resurgir de las ceniz...

Entre encuentros y reencuentros

Por el Prof. Juan Carlos Sánchez

En estos últimos dos meses, me he encontrado con diferentes vivencias que me hicieron resurgir de las cenizas. He vuelto a militar, con las limitaciones que ello supone, pero también me he animado a incluirme en grupos. Por un lado, superé ciertos miedos y por otro, la alegría es contagiosa. Obtuve respeto y no es poca cosa en estos tiempos para cualquier persona con discapacidad.

La Escuela de Psicología Social del Sur fue el puntapié inicial para comenzar a deconstruirme en forma significativa. Debo reconocer que, al principio, no creía mucho en ella. Las expectativas eran muy bajas. ¿Podría volver a ser un estudiante más? ¿Me respetarían en mi propia condición? Dudas y más dudas recorrieron mi mente cuando comencé. Sin embargo, todo fluyó de maravillas. Encontré un grupo con el cual compartir mis vivencias y experiencias a lo largo de mi vida. También a comprender otras que no conocía.

La labor de Jorgelina Araceli Méndez y Oscar Ciancio dió frutos. Generar confianza en mi mismo y, a la vez, confiar en otros. No es fácil. Se sabe que los hipoacúsicos somos desconfiados por naturaleza. Y si le sumamos una depresión, peor todavía… Me divertí y me sigo divirtiendo. Nunca creí estar en un grupo. Muchas y muchos me decían que no era agrupable. No obstante, fue el motor para volver a escribir y por sobre todo, vivir…

Otra sorpresa grata fue la invitación a integrar el Encuentro Militante Cachito Fukman, de la mano del compañero Carlos Loza, del compañero Sueco Lordkipanidse y de Susana Rearte, para participar de ese reencuentro con compañeros que apenas conocía en las calles. Lo poco que conocía de Cachito lo viví a pleno. Supe de su compañerismo y de su visión estratégica a la hora de organizar las marchas y las luchas.

Por supuesto que todavía no conozco a todas y todos, pero los reconozco de los andares por las marchas. Poco a poco, los iré conociendo y los vínculos se irán profundizando. Por supuesto, no puedo estar en todas. Atender mi casa y a mi madre también me lleva tiempo, inclusive también afecta a este vicio de escribir. Me he convertido en un estudiante más y en otro militante. Hacía tiempo que no lo hacía. Me dediqué a la docencia y me había alejado de la militancia, ya decepcionado de viejos vicios de la política. Necesitaba algo que conjugara el respeto y la defensa de los Derechos Humanos.

Pese a los altibajos, me siento pleno, me siento vivo… Y se lo debo a estos dos grupos de compañeras y compañeros. No es poca cosa. Y las experiencias ya las iré volcando en esa obra que dí en llamar “Vivir con discapacidad” que escribo de a poco para que me conozcan un poco más. Tengo rollos del pasado. Los tengo que superar. Sé que me falta un poco de psicología para vivir mejor.

Por ahora, lo que cuenta es que estoy aquí y ahora estudiando y militando. Estoy vivo. Me faltaba ese aire tan especial y lo encontré… Sólo falta seguir andando el camino hacia la felicidad plena que, si bien viene de a ratos, me transforma en otro ser aunque conservando mi cierto escepticismo que no termina de alejarse de mí.

Entre encuentros y reencuentros, pasé de cierta tristeza a un poco de alegre brillo. Y no es poco. Espero no defraudar a nadie, solamente seguir comprendiendo a todas y todos en su verdadera dimensión.


No hay comentarios. :

Publicar un comentario