Un encuentro con la poesía Fue el sábado pasado. Una tarde que empezó calurosa y terminó con el frío típico de la primavera que se va yendo. Me esperaba algo emoci...

Un encuentro con la poesía

Fue el sábado pasado. Una tarde que empezó calurosa y terminó con el frío típico de la primavera que se va yendo. Me esperaba algo emocionante: ese encuentro con lo poético escrito desde abajo.

Una cita a ciegas (o casi) porque fue difundido por las redes sociales, cerca de la Estación Martín Coronado del Ferro Carril Urquiza. Pero valió la pena. Escuchar, leer, cantar, el arte en acción, parafraseando a Vicente Zito Lema, con pocos y pocas compañeros valiosos que siguen en la lucha por otro mundo.

Algunas y algunos con mate en mano. Otros con la birra al palo y la guitarra esperando su turno, mientras volaban las oraciones en plena poesía y cuento. Pero tampoco me quedé atrás, mientras miraba y escuchaba lo que acontecía a mi alrededor.

Me alentó la bienvenida. Un poeta necesita ser leído, pero también escuchado. Creo que lo mismo les pasaba a todas y todos los presentes. Era la necesidad de expresarse, de contar esa historia escondida, de ese amor que no llega o no correspondido o de la lucha que no cesa.

Y no pude con mi genio. Y me largué a escribir mientras iba escuchando lo que las y los compañeros iban leyendo. De vez en cuando veía sus caras, escuchaba sus voces y oteaba el horizonte para impulsar la mano que se me iba, a veces, por las ramas.

Y acá van...

Palabras

Vuelan, son palomas
que van y vienen,
pero dejan huellas
y algo detienen. 

Van unidas,
jamás solas pero suelen,
aunque no lo creas, ser armas
y sin pólvora, pero duelen.

Usarlas es el refugio de las tomas,
el arrebato cuando reprimen
y el pensarlo, si amas,
para evitar ese negro crimen.

Palabras que no callan jamás,
para la resistencia al orden,
hay que usarlas como armas
y darles cuerpo en el desorden.


Y terminé con otro que, a la vez, constituye una verdadera convocatoria para los tiempos actuales...

Resistir

Trincheras debemos armar,
mientras la lucha avanza,
para dar pelea frente a ese mar,
no importa el color, que nos amenaza.

Capaces seremos de amar,
de florecer esa esperanza,
para saber odiar
al enemigo con su tenaza.

Es hora de batallar,
de rienda suelta a la acción que hoy comienza,
el de rojo martillar
y creando conciencia, que se convenza...

Caía la noche. Llegó la despedida. Pero estoy seguro que habrá otras ocasiones, donde la poesía, el cuento y la lucha se unan para seguir armando esas barricadas contra la injusticia y la inequidad.

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