Los últimos

Audifonos

Desde hace un tiempo, mi audición venía bajando mucho. A veces, mi equilibrio hacía piruetas y otras tantas, me llevaba sorpresas en la calle. Escuchar e intervenir en una conversación ya era un verdadero sacrificio. Apenas me salvaba la lectura labial, en ciertas ocasiones, siempre y cuando no hubiese un ruido fuerte de fondo.

Si bien estoy acostumbrado a las dificultades que me ocasiona mi discapacidad auditiva, esta vez no podía dejar pasar mucho tiempo sin buscarle una solución a esa disminución que se hacía cada vez más profunda. Primero, descarté la existencia de algún tapón de cera u otra patología que obstruyese a ambos oídos. Una visita al otorrino y la realización de la audiometría y logoaudiometría empezaron a esclarecer lo que estaba pasando: la hipoacusia pasó de ser moderada a profunda.

Así nos encontramos con un oído derecho casi perdido y uno izquierdo que perdió bastante audición. La solución: audífonos nuevos. Los que tenía ya eran bastante viejitos. Duraron bastante, a decir verdad; uno, 17 años y otro, casi 10. En ese tiempo, la tecnología cambió mucho y tal vez podría continuar con otros.

Pero la realidad supera a la ficción. Son los últimos. De más potencia, por ahora, no existen y la posibilidad de quedarme sordo en unos cuantos años es alta. Lo único que me favorece es que no doy más clases, salvo alguna que otra charla a la cual me invitan. Pero el tiempo me apremia y tengo que tratar de continuar grabando programas para Incluyendo, antes que se acabe mi audición.

Un sábado para Luciano

Jornada LA 2016 - 04 - 02

Foto: La Miguelito Pepe

Muchas y muchos de ustedes se preguntarán porque tardé tanto en escribir lo que sentí el pasado sábado 30 de enero en la Plaza Luciano Arruga. Pues simplemente estuve buscando una foto que sintetizara mis emociones. Porque si algo me dió cosquillas en el alma es la imagen que ilustra esta nota.

Todos los años, y siempre que el clima y mi cuerpo acompañen, estoy marchando o haciéndome presente en la Jornada por los Derechos Humanos que organizan los Familiares y Amigos de Luciano Arruga. El año pasado no llegué hasta el final porque el calor me abrasó y en esta oportunidad, tampoco, porque apareció el sueño justo cuando Nora Cortiñas estaba cerrando la actividad.

No es un sábado más. Desde que comencé a seguir el caso, traté de estar lo más cerca posible para brindar mi apoyo y solidaridad ante un hecho tan aberrante como le sucedió a este pibe villero que cada día lo conozco más a través de lo que expresan su hermana y su madre. Más aún, cuando dí clases justamente a pibes de la 1 - 11 - 14 o que venían del conurbano bonaerense. Las y los conozco. Sé como son. Callados. Sencillos. Tímidos. Alguno que otro, se podía llegar a pasar de mambo pero nunca hubo algún gran altercado que me inquietara.

Afortunadamente no hizo mucho calor y eso me permitió disfrutar de un amplio recorrido. Saludar a viejos y nuevos compañeros. No fuí con la intención de hacer una nota o un reportaje. Me convocó el ser y estar en una jornada para escuchar. Sí. Es algo que no hacemos a menudo, solemos hablar más de la cuenta y nos olvidamos del otro que sufre.

Las horas iban pasando. Al costado de la plaza, me encontré con un joven con discapacidad motriz. Apenas podía andar con su silla de ruedas, debido al mal estado de las veredas. Y me iba acordando de viejos casos de gatillo fácil. Por ejemplo, el de Lorena Santos, joven con discapacidad mental y que también usaba silla de ruedas para movilizarse, que fuese asesinada en 2012 durante un operativo policial que se realizó en su casa con motivo de un robo (1) o el de Luis Bolaño, con discapacidad motriz, que fue asesinado el 14 de marzo de 2009; es decir, a casi un mes y medio de la desaparición de Luciano, por un vigilador contratado por el municipio de Malvinas Argentinas (2).

Poco después, me acerqué a escuchar los testimonios y gritos desgarrados pidiendo justicia por los familiares de las víctimas de gatillo fácil. Ello me permitió comprobar el crecimiento de la cantidad de casos en los últimos años. Franco Zárate, es uno de ellos. "Teté" Obregón, es otro. Y el más conmovedor fue el de Karina Abregú, cuya hermana habló por ella, quien se encuentra con más del 50% de su cuerpo quemado e incapacitada para trabajar.

Pero me faltaba abrazar a esa mujer coraje que es Vanesa Orieta. ¿Dónde encontrarla en el medio de tanta gente? ¿Por dónde andaría?. Intuí que estaría dando notas en alguna parte de ese espacio verde gigante. De tanto caminar, la encontré frente a la pancarta "Luciano Arruga Ni ausente ni perdido Detenido desaparecido". Un poco más flaca, pero con la lucidez de siempre, estaba dando una conferencia de prensa a los medios alternativos que se acercaron a cubrir este día tan especial.